jueves, 9 de mayo de 2013

Cadáveres. Noveno suspiro.



¿Era posible que fueses la persona más triste que jamás hubiese visto? ¿Era eso acaso algo atisbable, tangible, cogniscible... real? Tan sólo sé lo pesados que eran tus pies cuando saliste de ese coche rojo; del interior de una nube de humo mística, casi erótica. Parecías arrastrar dos cadenas ceñidas a los tobillos cuyo lastre no era otro que el de todo el tiempo pasado de la humanidad. La luna brillaba con tal fuerza que pude ver el temblor de tus manos metidas en los bolsillos. Tu mirada echaba de menos demasiadas cosas; el tenue resplandor de la Ciudad a tu espalda te llamaba con un grito silencioso acallado por el sonido de esa pala de metal que arrastrabas.
Cuando para el resto del mundo la palabra "cementerio" era algo casi olvidado, para ti significaba muchas otras cosas. Y quizá "vida" fuese una de ellas. Pero no esa noche. Al llegar al único rectángulo de tierra fresca y removida del terreno te arrodillaste y soltaste tu pesada herramienta. Te vi hablar. De hecho, sé lo que dijiste, pero prefiero que eso sea algo entre tú y ella. En un arranque de ira y sorpresiva fuerza comenzaste a cavar a un ritmo mecánico, como si te hubieses convertido en un autómata, en un artefacto que sólo sirviese para profanar tumbas. No te llevó mucho tiempo. Ni eso, ni abrir el ataúd. Luego lloraste y yaciste junto a ella. Con cuidado, sin tocar, acabaste por quedarte dormido junto a lo que más amaste. Fue entonces cuando decidí hacer mi entrada.
Me senté sobre su pesada lápida, una pierna abrazada con el brazo, otra pierna colgando. "Delfos" llamé...

"Delfos."

Cuando despertaste, su cuerpo inerte todavía estaba allí. Tardaste en reparar en mi presencia. Te quedaste helado, esperando. Supongo que estabas cansado de preguntar, por lo que empecé a hablar. 

"Siento interrumpir la escena, pero tengo que hablar contigo. Te prometo que seré breve. Mi nombre, por gracioso que te suene, es Hades. Clásico, lo sé, pero es que nunca me gustó la astronomía. Me considero algo más... terrenal. Chapado a la antigua, si quieres. Y es que a mí siempre me han gustado las cosas como estaban en principio, nunca he llevado bien los cambios. Y este mundo... esta Ciudad infinita y próspera nos está llevando por ciertos caminos que he dejado de entender. ¿Qué sentido tiene que el hombre abandone la muerte? Que el ser humano -como quien sube una escalera de la que nunca crea ver el final y, al final, lo ve- llegue a la inmortalidad... ¿tiene eso sentido? Si miramos esto desde otra perspectiva, podría hasta decirse que nos vamos a quedar sin trabajo. Tu y yo. Si es que has entendido quién soy. Vamos, haz memoria, ¿cuántas morgues medio llenas has visto últimamente? ¿Cuántos certificados de defunción has leído desde hace un año? Míralo así: puedo prometerte que ahora mismo te encuentras ante el último cadáver puro en toda la faz de la tierra. La gente ya no se muere Delfos. Llámalo moda biológica o broma del progreso, pero es una realidad de la que no muchas personas se han dado cuenta todavía. ¿De verdad vas a hacerlo? ¿Vas a escucharles -sabes bien a quién me refiero- y a tragarte su historia de hacer las cosas por y para ti y así librarte de tus fantasmas? Me parece que estoy siendo bastante honesto contigo. Hace un momento me debatía entre eso o hacerte creer que te habías vuelto loco y que estabas empezando a ver personajes de libros (no somos mucho más que eso) en la vida real. Te iba a hacer dudar de tu lucidez, de tu poder, de ella... pero eso hubiese sido demasiado previsible, ¿no crees?"

Nunca habías escuchado con tanta atención. O eso me hizo creer el brillo silencioso de la luna.

"Mira, estoy tan cansado como tú. Ya hemos jugado demasiado tiempo, ellos, todos ellos, y yo. Y alguien tiene que ser el que coloque las piezas en su posición inicial y deje el tablero como se supone que tenía que estar. Sí, sé lo que estás pensando: un vagabundo llamado Hades en un cementerio te está diciendo que no hagas lo que menos desearías hacer. Lo más lógico sería no confiar en mí. Pero vas a escucharme. Porque sabes que eso que haces... ese poder, no es de este mundo. No es normal. Cada vez que lo usas algo cambia en otra parte. Giras un engranaje que no debería moverse. Y llevas ya haciéndolo demasiado tiempo. Y ese tipo de final no es el que nos conviene. Vamos, saca lo que llevas en los bolsillos. Sé lo que es."

Te incorporaste y te acercaste despacio. Ya no había extrañeza ni desconfianza en tu mirada. Tan sólo la acostumbrada tristeza. Tus manos salieron al mismo tiempo de tus bolsillos y se abrieron ante mi cara. Si. Dos viejas monedas que parecían robadas de un museo. No se trataba de nada necesario para ejercer tu poder, pero yo sabía que sin ellas no podrías hacerlo. Eran tu ceremonia, tu tótem. 

"Dámelas."

No voy a mencionar mucho más de lo que dije. Tú sabías que estabas haciendo lo correcto. Lo vi en esas dos monedas cuando las pusiste en mis manos. Lo vi en ese beso que pusiste en su frente. Y yo me quedé sobre la fría lápida con mis monedas y tú volviste sobre tus pasos con tu infelicidad. No sin antes decir algo. 

"¿Y ahora qué?" habías conseguido articular. 

"Ahora vuelve a la Ciudad. Llega hasta su corazón. No tiene pérdida, ya has estado allí. Ahora es cuando apuñalas el corazón de la bestia. ¿No es maravilloso? Viviendo tu propia epopeya. No te preocupes, sabrás lo que tienes que hacer. Apuñala la ciudad. Mata a la bestia. Esta es tu historia, Delfos. Tu decides cómo y cuándo acaba... pero hagas lo que hagas, nunca mires atrás. 


Si sabes lo que quiero decir."


                                                   Simpathy for the Devil by The Rolling Stones on Grooveshark